Sombra.2

Sombra.2

No pasó. Sombra desapareció finalmente de esta realidad. ¿Acaso se quemó realmente en el centro de la tierra? Ni sucedió ni pasó a este plano. Quedó morando para siempre en el universo de posibilidades. Yo creí en Sombra. Todas las pitonisas varias a las que acudí mencionaron en sus cartas a Sombra. Mi mente no quiso reconocer esas palabras como palabras vacías, adaptadas a la fuerza para dar vida a esta historia. Un puzle de cuadrados sometidos a rombos esquizoides. Una fantasía para aferrar al mundo a un alma que camina siempre por una cuerda. Una cuerda sujeta a una incertidumbre dual, soportable o insoportable según el día y la hora de la semana.

Algo [interpretando «algo» como una sustancia aristotélica] sí fue real en Sombra. Unos ojos mirando hacia una ventana. Un poema naciendo en una hoja en blanco. Un cerebro jugando a la probabilidad. Un corazón que no entiende que la imaginación lo engaña constantemente. Un escudo creado en algún momento de la infancia para evitar una pérdida más. Si Sombra no es real, no se le puede reprochar nada. Así, quedará siempre inmaculado. Ya no será Sombra, será Luz. Una Luz tan fuerte que no me permite ver la realidad. Una estrella cegadora. Una energía ilimitada.