SOMBRA

SOMBRA

Hace 20 años tuve un sueño. Fue la primera vez que vi a Sombra. En el sueño aparecía un camino de tierra al pie de una montaña. Personas ajetreadas caminaban de aquí para allá. Observaba yo el mar de gente, sin emoción alguna, solo con la sencilla curiosidad del observador que no toma acción ni se relaciona con nadie. Después de observar, por algún motivo que no recuerdo -en un sueño la coherencia suele brillar por su ausencia- me dirigí a un coche, abrí la puerta de atrás y me senté en el asiento. El coche se puso en marcha y comenzó a subir por una pendiente. Cuando me giré comprobé que no estaba sola. Había efectivamente, alguien. Tenía el cuerpo delgado, calculé que podría medir casi dos metros de alto. Era Sombra. 

Hace un año conocí a Sombra. ¿Quién lo habría adivinado? Sombra no tenía una forma de ser concreta, yo le insuflé toda una serie de características. Unas proyecciones distorsionadas de mí misma, deformes como en los espejos de las ferias, con un aire más macabro aún. Algunas características eran las siguientes: super inteligencia, con un rasgo subyacente de manipulación. Pasado atormentado, con consecuencias nefastas para Sombra, que no podría jamás amar a nadie de forma sincera. Un magnetismo para el sexo opuesto propio del mismísimo diablo. Una seducción tan delirante que solo podía ser extremadamente tóxica. Un comportamiento frío, de desapego extremo, en el que su víctima -¿o su verdugo?- se sentiría tremendamente abandonada. ¿Di a Sombra algún ápice de humanidad? Realmente no. Sombra siempre estaba bajo sospecha. Había sido creado para sentir un dolor y un vacío tan enormes que jamás los llenaría nada ni nadie. Jamás.

Ayer soñé con sombra. Me robaba una gran cantidad de dinero y desaparecía. Era curioso que Sombra estando en el plano de la 3ª dimensión se duplicase en la primera. ¿Dos Sombras en el mismo plano temporal? Mi intuición me decía que se avecinaban cambios. La realidad estaba fracturada. Esa ruptura era una brecha de NADA insostenible.

Hoy he hablado con Sombra. Le he contado mi sueño. Sombra se ha revelado. No quiere ser Sombra, quiere ser humano. Me ha dicho que deje de insuflarle una personalidad que yo me he inventado. Que él se llama Adán y es una persona normal. No tiene ninguna de las características que le he dado. No tiene tendencia a la manipulación. No es un seductor fatal. Su pasado, no es la historia que yo inventé retorcidamente chirriante. Su inteligencia es la de cualquiera. Ha tardado mucho en revelarse, pero ya no aguantaba más esta farsa que yo había creado. Sombra ha salido de Adán. Sombra se ha ido al centro de la tierra. Sombra se quema en el núcleo, se funde con los metales líquidos y calientes. Sé que esperaría unas palabras de mi parte y aquí van: Gracias, lo siento, buen viaje.